
Que un artista sea especialista en semillas de cannabis no debería importarnos si luego es capaz de cantar y ofrecernos un
concierto en condiciones. Pero quienes adoramos a nuestros músicos favoritos
deseamos, aunque sea en voz baja, que se cuiden, que duren, que compongan o
toquen o canten durante muchos años.
Devendra Banhart es el ejemplo de un artista y su relación con las drogas tan
perfecto que casi parece coreografiado. Su estética hippie reconvertida al contexto
actual, el aire bucólico y naturalista, incluso naif de su música y su
espíritu, el tropicalismo llevado a los Estados Unidos y sus letras
surrealistas no podrían relacionarse más o mejor con las drogas que el artista
ha confesado consumir: su estrecha relación con el peyote (del que ahora
reniega) es casi una campaña de marketing.
Pero el cementerio de los ídolos de
la música está lleno de estrellas apagadas cuya relación con las drogas era
igual de perfecta. Janis Joplin, Bob Marley, Jim Morrison… y más recientemente Amy Winehouse.
Por muy poco glamour que consideren los fans que tiene ingresar en una clínica
de rehabilitación y empezar a dar mensajes de limpieza y responsabilidad con tu
propio cuerpo, lo cierto es que nos hemos perdido muchos discos por culpa de las
drogas y los excesos.
Menos mal que cada vez hay una mezcla
más ecléctica de estilos y las etiquetas parecen quedarse anticuadas. Esperamos
que esta tendencia se generalice. Que comprar royal medic porque atenúa
nuestros dolores de cabeza, casarse felizmente, componer heavy metal y no
probar el alcohol pueda ser una posibilidad refrescante en un panorama musical
cada día más heterogéneo y variopinto.
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