
Las hermanas se consideran las dueñas reales de la propiedad y, por su propia cuenta, han hecho un acuerdo de venta por 15,5 millones con la restauradora Dana Hollister, que en un principio quería convertir el convento en un hotel, algo que ya no tiene tan claro. Ante esto, el arzobispado ha recurrido en los tribunales demandando a Hollister por la acción desautorizada de las monjas. Alega que la propiedad les fue cedida en 2005, por lo que solo ellos pueden venderla y no las religiosas, quienes deberían conseguir su autorización en caso de vender el convento.
Sin embargo, a su vez, el arzobispo necesita el visto bueno de las monjas mayores para llevar a cabo la venta. De las cinco, solo tres han aceptado. Las otras dos, Catherine Rose y Rita Callanan, se oponen. Y más después de haberse informado sobre quién es Katy. Las hermanas han reconocido no estar muy contentas con ella después de ver sus vídeos y su actuación en la Super Bowl.
Consciente de ello, Katy intentó convencer a las religiosas recuperando la imagen de artista cristiana de sus inicios durante una reunión que mantuvieron. Al parecer, se vistió de forma recatada y les interpretó Oh Happy Day. Incluso les enseñó un tatuaje de “Jesús” que lleva en la muñeca. No obstante, no logró nada, ya que el caso sigue en los tribunales.
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