‘The Pinkprint’: el disco más personal de Nicki Minaj

Nicki Minaj quiso contentar a todo el mundo con Pink Friday: Roman Reloaded y, al final, quedó perdida en un confuso mar de géneros. Parece que aprendió la lección y ha vuelto a sus raíces hip hop para su tercer disco, The Pinkprint, algo en lo que ella misma ha insistido. De paso, ha dejado un poco de lado al personaje caricaturesco que se había creado.
El inicio del álbum marca muy bien el tono que predomina en este trabajo. Nicki, de cuya vida privada se sabe poco, se sincera y permite que la conozcamos un poco mejor. Ya el primer corte, la calmada All Things Go, está lleno de elementos autobiográficos, entre ellos las referencias a una reciente ruptura sentimental, que se convierte en uno de los temas centrales del disco. Pero aunque la rapera se ponga intensa, los resultados son desiguales. A veces se pasa con el dramatismo y queda todo muy forzado: las baladas I Lied, con un sonido cercano al de Drake, y Grand Piano, llena de cuerdas, quieren hacernos creer que Nicki es cantante cuando en realidad solo demuestran que no lo es. Y otras veces lo que ofrece son naderías como Pills N Potions o Favorite.
Cuando se apoya en cantantes para abordar el tema, está más acertada. Jessie Ware aporta su buen saber hacer a The Crying Game, con una guitarra de lo más acertada y llamativa. Skylar Grey, siempre dispuesta a colaborar con raperos, aporta vulnerabilidad a Bed Of Lies mientras Nicki saca toda su mala leche y le deja las cosas claras a su ex novio. Y Buy A Heart, con la aparición de Meek Mill, tiene su encanto.
Más allá de los asuntos personales, encontramos la colaboración con Ariana Grande, Get On Your Knees, que no tiene la contundencia que cabría esperar. El estribillo a lo Dark Horse –damos por hecho que es un descarte de Prism viendo que en los créditos figuran Katy Perry y Dr. Luke- no termina de encajar con el rap de Nicki. Mejor resuelto está el trabajo con Beyoncé. Feeling Myself, con un beat hipnótico, funciona bien como sucesor del remix de Flawless. La chulería de la que hace gala ahí la rapera también está presente en las entretenidas Want Some More y Four Door Aventador, pero no sirve para levantar la aburrida Only, alargada en exceso.
Cabe destacar, eso sí, que en The Pinkprint sí hay alguna concesión al pop-dance. Es The Night Is Still Young, que parece un descarte de Ke$ha y cuenta con un estribillo demasiado facilón. Como acercamiento al pop, nos quedamos con Trini Dem Girls, donde el sonido caribeño y el rap se dan la mano sin problemas.
Probablemente le hayan pasado muchas cosas a Nicki en estos últimos años que quería reflejar en The Pinkprint a pesar de lo reservada que es con su vida privada. Está bien que se muestre vulnerable y nos deje conocer a la persona detrás del personaje. Sin embargo, en este disco se echa en falta a la Nicki más irreverente e hiperactiva, esa que encontramos en la absurda a la par que genial Anaconda. Esperemos que no se olvide de ella.

Nota: 6,5
Destacamos: The Crying Game, Feeling Myself, Trini Dem Girls, Anaconda
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