Mariah Carey se inspira en sí misma en ‘Me. I Am Mariah… The Elusive Chanteuse’

Dos años ha necesitado Mariah Carey para sacar adelante su decimocuarto álbum. Los retrasos y los singles que luego no lo eran han puesto de manifiesto los nervios de la cantante y/o su discográfica a la hora de querer apuntarse un éxito después de lo desapercibido que pasó el anterior Memoirs Of An Imperfect Angel. Al final, Me. I Am Mariah… The Elusive Chanteuse se pone a la venta con la incógnita de cómo funcionará comercialmente. ¿Cuáles son, pues, las armas de Mariah para volver a conectar con el público que tanto la apoyaba en los 90 y durante la época de The Emancipation Of Mimi? Más o menos las de siempre.
La artista ha hecho un repaso a su discografía, un ejercicio que impregna este trabajo. Los ecos de sus primeras canciones se notan en Cry., una balada a piano con bien de drama y de exhibición del poderío vocal de Mariah. Algo del disco con el que coqueteó en sus inicios también está presente en Meteorite y You Don’t Know What To Do, que suenan modernas gracias al revival que vive el género. Un acierto, aunque quizá no fuera premeditado.
Precisamente, las intentonas por adoptar un “sonido actual” se saldan con malos resultados, porque, para ella, actual significa ese R&B soso que ha servido de relleno en sus últimos lanzamientos. Faded es una producción de un poco inspirado Mike Will Made-It que podría haber acabado en un álbum de Ciara o Kelly Rowland. Lo único que la diferencia son las acrobacias vocales de Mariah. Peor aún es Supernatural, la canción grabada con el piloto automático puesto y dedicada a sus hijos gemelos, quienes aparecen como Dembabies. Dejando a un lado la corrección de Money, Thirsty se revela como lo más cercano a lo que podrían pinchar las radios urban. Con una base hip hop heredera del Niggas In Paris de Kanye West y Jay-Z –ambas producciones están firmadas por Hit-Boy-, se convierte en uno de los temas más pegadizos de este disco.
El álbum funciona mejor cuando Mariah adopta un tono “old school”, como la divertida y nostálgica Dedicated o Make It Look Good, con Stevie Wonder tocando la armónica. Y el sabor a soul añejo que desprende la cálida y sexy Beautiful la convierte en uno de los mejores momentos del álbum a pesar de haber sido publicada hace más de un año.
En el terreno de las baladas en el que siempre se ha manejado Mariah, destaca sobre todo Cry. You’re Mine (Eternal) se queda en un intento desganado de emular We Belong Together. Y One More Try –versión del tema de George Michael- y Heavenly, a pesar de estar bien interpretadas y de sus toques góspel, no acaban de ser tan contundentes como Fly Like a Bird lo fue en su momento.
Mariah presenta con Me. I Am Mariah… The Elusive Chanteuse otro disco lleno de baladas y temas R&B marca de la casa. Se echa en falta un esfuerzo por dotarse de un sonido más fresco, como hizo con gran acierto en The Emancipation Of Mimi, y por huir de esas producciones que lleva tiempo repitiendo. Pero, al fin y al cabo, no son pocos los temas que justifican que haya regresado a su trabajo anterior en busca de inspiración.

Nota: 6,7
Destacamos: Beautiful, Thirsty, You Don’t Know What To Do, Meteorite
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