Exceso de baladas poco inspiradas en ‘Fortune’ de Chris Brown

El Grammy a F.A.M.E. como mejor disco R&B supuso más que un premio para Chris Brown. De algún modo lo reconciliaba con la industria musical después de todo el asunto con Rihanna y significaba la culminación al buen recibimiento, por parte del público, del álbum. El juego de R&B, hip hop, electrónica y pop de aquel trabajo se mantiene en Fortune. Pero a pesar de tocar distintos géneros, su desarrollo no es todo lo creativo que podría ser. El resultado final son algunos momentos que sobresalen sobre un exceso de baladas y medios tiempos en los que Chris Brown habla sobre sexo y su imagen de chico malo, por la que siempre pide que se le perdone.
El pegadizo y potente Turn Up The Music puede llevar a engaño. Su elección como single hace esperar más cortes dances en Fortune. Sin embargo, solo hay otro más y ya ha sido convenientemente elegido como sencillo. Se trata de Don’t Wake Me Up, un tema que crece por momentos desde su arranque casi acústico hasta la explosión dance del estribillo. Podría haber seguido un poco más por esta vía.  
En la primera parte del álbum se encuentra Bassline, una entretenida canción en la que Chris Brown coquetea con el dubstep y el hip hop. Le sigue Till I Die, también una buena combinación de R&B y hip hop con algunos elementos electrónicos. A partir de ahí, se suceden varias muestras de un R&B insulso y falto de gracia. Mirage, con Nas, marca el inicio de este bloque. Chris Brown se atreve a pedir que no le juzguemos en la aburrida Don’t Judge Me, una balada en la que supuestamente habla con honestidad sobre su vida tras la agresión a Rihanna. No facilita la escucha que se presente como la víctima cuando los problemas por su agresividad son más que conocidos. También se pone intenso en la acústica 4 Years Old, pero olvida que él no es un cantante de baladas. Aparte de ello, adopta un tono muy sexual en 2012, cuya letra parece una parodia;  en Biggest Fan, que hará las delicias de sus groupies y poco más; y en Sweet Love, con una producción demasiado basta. De entre todas ellas destaca Strip, pero no deja de ser R&B genérico.  
Las influencias pop tampoco brillan. Stuck On Stupid es un pop-R&B muy blandito y olvidable. Lo mismo sucede con Party Hard, a la que se ha intentado dotar de una melodía interesante pero parece cantada con el piloto automático puesto. Parece que el interludio Cadillac vaya a remontar al presentar un estilo doo-wop, pero al final se queda en nada cediendo todo el protagonismo a una tal Sevyn. El final del álbum, sin embargo, se lo guarda para el experimento que es Trumpet Lights, una combinación de varios géneros.
Fortune empieza fuerte pero enseguida se desinfla. Se nota que Chris Brown quería algunas canciones que funcionaran bien en listas. Y las ha conseguido. Pero al margen de ellas, todo lo que ofrece son temas R&B genéricos y poco inspirados. Peor funciona cuando habla de sus preocupaciones y se vuelve profundo sin conseguirlo. Podría aprovechar esas letras para mostrarse más maduro, aunque ha preferido desperdiciar la ocasión.
    
Nota: 5
Destacamos: Turn Up The Music, Bassline, Don’t Wake Me Up
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