Ladyhawke cambia sintetizadores por guitarras en ‘Anxiety’

Ladyhawke ha dejado de tener como referencia los 80 en su segundo disco, Anxiety. Mientras que su debut rememoraba con acierto esta década, el nuevo trabajo trae a la mente otra: los 90. La neozelandesa ha abandonado (casi) por completo los sintetizadores y ha dado muchísimo más peso a las guitarras. A ellas les ha sumado una fuerte batería y un bajo protagonista por momentos que contribuyen a darle suciedad al sonido del álbum, tal y como buscaba la cantante.
La primera canción del disco, Girl Like Me, puede servir como puente entre el primer trabajo de Ladyhawke y este. Ganan presencia las guitarras, que construyen una melodía circular, pero todavía se coquetea con la electrónica, algo que no vuelve a suceder. Si acaso, hay algún que otro efecto electrónico en la interesante Anxiety, cuyo sonido refleja la ansiedad de la que habla la canción.
El primer single, Black White & Blue, avanzaba el sonido guitarrero que predomina en Anxiety. Un tema con un estribillo sucio y “ruidoso”. Está bien, pero ni es tan contundente ni directo como Sunday Drive, que conquista con un par de escuchas. Más o menos le pasa lo mismo a Vaccine, con una melodía cercana a la música de los 60. Pero si hay que hablar de una canción densa, con mucha distorsión y que refleja por completo el cambio de sonido de Ladyhawke esa es The Quick & The Dead. Guitarras afiladas, un buen bajo y algo de psicodelia son las mejores armas de uno de los puntos álgidos del disco.
La cantante ofrece también un par de canciones que podrían convertirse fácilmente en un hit. Blue Eyes tiene una batería que engancha desde el principio. Sin embargo, el estribillo es su mejor carta para convertirse en un éxito pop. Ladyhawke no se ha complicado mucho y lo ha llenado de los “Na na” que tan bien suelen funcionar, y que así sucederá en sus conciertos. Por suerte, la canción va más allá y tiene una melodía más elaborada. Por su parte, Vanity tampoco desentonaría en el disco de alguna estrella del pop, aunque suavizándola un poco. Otra vez el estribillo se basa en la repetición (“Van-i-tay-yay-yay-yah”). Aquí puede llegar a aburrir y presenta recursos escuchados minutos antes. Aun así, como single podría irle bien.   
El problema de Anxiety es la falta de variedad. Por ello destaca tanto Cellophane, una balada rock sincera y emotiva. Aunque las canciones cuentan con buenos estribillos y enganchan en seguida, la escucha entera del disco puede hacerse monótona e incluso predecible por momentos, dando la sensación de que se repite la misma batería y la misma guitarra. Pero como todavía es el segundo trabajo de Ladyhawke, la fórmula funciona. Y muy bien.

Nota: 7,7
Destacamos: Girl Like Me, Sunday Drive, Blue Eyes, The Quick & The Dead
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